martes, 8 de marzo de 2011

Frerard I Cap. 3

Des de Enero que no actualizamos O.O que fuerte xD y hemos de decir que tenemos 12 capitulos escritos xD intentaremos ser mas puntuales jajaja aqui está la continuacion del Frerard:

Cap. 3
Al cabo de una semana exactamente, como predijo el doctor, Frank salió del hospital, con los días, me había cogido más confianza, la suficiente para aceptar vivir conmigo hasta que volviera Jamia, a lo que al principio se negaba rotundamente. Todo aquello debía de ser muy duro para él, pero más doloroso resultaba para mí, que la persona más importante de tu vida se olvide de ti de la mañana a la noche y acto seguido te trate como un completo desconocido, cualquiera sufriría una conmoción, pero debía de ser fuerte, porque aun quedaba una pequeña esperanza para que todo volviera a la normalidad.
-Esta… ¿esta es mi casa? – Preguntó Frank con asombro.
-En efecto, aquí vives tú.
Frank entró lentamente, la casa estaba totalmente desordenada, peor que mi dormitorio, había ropa por todas partes, CDs esparcidos por el suelo y una capa de polvo acumulada en los muebles.
-Ponte cómodo – Dije, a toda respuesta Frank me lanzó una mirada de sarcasmo.
Llevé sus cosas al dormitorio de la segunda planta y al bajar le vi sentado en el sofá con su querida guitarra blanca en los brazos, la sujetaba torpemente e intentaba tocar sus cuerdas al compás de una melodía.  Sonriendo me senté a su lado y coloqué sus dedos de la forma correcta.
-La estás sujetando mal – Dije con paciencia.
-Lo intento pero esto es muy difícil – Se quejó Frank.
 Me acerqué a él para arrebatarle la guitarra y me encontré a unos pocos centímetros de su rostro, podía observar perfectamente sus ojos color avellana, podía seguir la curva línea de sus labios, podía sentir su aliento… Frank me miraba embelesado y ligeramente ruborizado, cerró los ojos y yo acerqué mis labios a los suyos, ambos nos fundimos en un beso, solo duró unos segundos, los segundos más hermosos que había tenido desde nuestro último encuentro romántico…
-Yo… - Tartamudeó Frank – Yo… lo siento yo…
Frank se levantó del sofá i se paseó por la casa escrutando cada rincón y comentando algo de vez en cuando, hasta llegar a unas fotos situadas en una repisa.
-Gerard – Dijo Frank mirando las fotos  - ¿Quién es esta mujer? Es bastante fea.
Aquello fue algo que no esperaba, incluso lágrimas cayeron a causa de la risa.
-Esa… Esa… - Empecé con dificultad – es... tu mujer.
Frank me miró horrorizado y siguió paseándose por la estancia preguntándome cualquier cosa que le llamara la atención y no lograra comprender, al cabo de un rato Frank pasó por mi lado y capté un olorcillo algo desagradable.
-Frank, ¿qué tal una ducha? – Propuse.
Frank asintió y ambos nos dirigimos al cuarto de baño, en el brazo escayolado de Frank até una bolsa de plástico que serviría de impermeable.
-No es necesario que te duches conmigo – Dijo Frank.
-¿Y cómo te lavarás sino?
-Pues no te quites la ropa.
-Ya que estamos, me ducho yo también.
Frank me lanzó una mirada envenenada, pero no encontró ninguna otra queja, ya que ambos éramos hombres no debíamos tener vergüenza. Dos hombres que minutos antes habían compartido un beso.
Entramos en la ducha y empecé a enjabonarme, Frank tenía algunas dificultades pero se negaba a dejarse enjabonar por mí, finalmente se rindió y me permitió limpiar su cuerpo con la condición de no tocar según qué zonas. Comencé por su espalda, y bajé hasta su trasero, Frank se sobresaltó, ¿recordaría todas aquellas noches de placer?
Seguí por la parte delantera, la esponja había quedado olvidada y mis manos eran el único método para lavarle. Acaricié sus tetillas, las pellizqué hasta que se volvieron de un color rojo, Frank respiraba agitadamente pero no protestaba, bajé mis manos hasta su vientre y allí acaricié aquel tatuaje, aquel maravilloso tatuaje que nos representaba. Frank suspiró sacándome de mi ensimismamiento, me relamí los labios antes de bajar por completo y acariciar su miembro, Frank, lejos de todo disimulo, soltó un pequeño gritito al compás del movimiento desenfrenado de sus caderas. Yo también comencé a excitarme y me rocé contra Frank que jadeaba incontrolablemente, finalmente, ambos llegamos al clímax i nos derrumbamos sobre el frío suelo de baldosas, Frank tardó un poco en reaccionar, pero al hacerlo, no fue algo precisamente romántico y sensible, al contrario, me miró con repulsión y salió del baño a toda prisa, le oí vestirse y salir de la casa con un portazo, dejándome desnudo sobre el frío suelo del baño.

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                                White Rose & Revenge