lunes, 16 de mayo de 2011

Frerard I Cap. 4

De nuevo volvemos a ausentarnos, mil disculpas, sepan perdonarnos, pero aquí tenemos el capitulo 4! Esperemos que les guste ^^


Cap. 4
-¿Qué crees que estas haciendo? – La escandalosa voz de Mikey se podría oír perfectamente desde el segundo piso.
- Lo sé Mikey, lo siento.
-Sí, lo sientes, lo sientes, ¿pero no te arrepientes verdad? – Se me estaba empezando a dormir el brazo que sujetaba el teléfono – ¿Qué crees que hubiera pasado si se pierde?
-¡Nos habría hecho un favor! – Gritó desde el baño Lyn-z.
-Agradece que Reggie andaba por la zona – Mikey ignoró el comentario de Lindsey, que se había escuchado claramente - por si no lo sabes, ha perdido la memoria y podría haber acabado en cualquier sitio.
-Mikey, ya te he dicho que lo siento – Mi voz sonó afligida – debes pensar que esto está siendo tan duro para mí como para Frank – él no respondió - perdí la compostura durante un tiempo pero no volverá a pasar - Silencio – Te lo aseguro.
Mikey se tomó su tiempo para contestarme, sabía que estaba tras el teléfono porque oía su respiración, así que esperé pacientemente su respuesta.
-Está bien, supongo que no tiene importancia - Dijo finalmente – de todas maneras, Reggie se ocupará de Frank – Aquello me horrorizó.
-¡Me niego! – Grité – ¡Ese degenerado es capaz de hacerle cualquier cosa!
-No creo que le haga nada peor que las fantasías que pasan por tu mente – Puntualizó Mikey – Gee, él se ha ofrecido amablemente, no todas las personas de tu alrededor piensan en tener sexo con Frank, además, a él le ha parecido bien – mi corazón se detuvo durante unos instantes – Mira Gerard, lo mejor que puedes hacer es olvidarte de tu relación con Frank y disfrutar de tu matrimonio con Lindsey.
¡¿Con ESO?!” – Pensé.
-¿Y donde se supone que está ahora Frank? – Pregunté.
-En casa de Reggie, pero Gerard eso…
Colgué el teléfono y agarré mi abrigo entretanto buscaba las llaves del coche.
-¿Donde te crees que vas Gerard Way? – Oí una voz a mis espaldas.
Al darme la vuelta vi a lo que parecía ser mi esposa con un quilo de maquillaje en el rostro y vestida con una tela semitransparente que no dejaba paso a la imaginación, ¿para eso había pasado las últimas tres horas encerrada en el cuarto de baño?
-Voy a salir un rato.
-Si claro, y yo me he vestido así para ir al supermercado – ironizó ella – Ven aquí, acompáñame a la camita tigretón, que vamos a jugar un ratito.
Aquello me resultó empalagoso incluso a mí.
-Lo siento cariño, pero de verdad tengo mucha prisa – Me acerqué a ella y besé su mejilla, o más bien, su maquillaje – Cuando vuelva, ¿sí?
-¡No! – Agarró mi brazo y me empujó hacia el sofá - Vas a ver al enano de Frank, ¿verdad? Le prefieres antes que a mí, ¿verdad? – Y acto seguido comenzó a llorar.
Ya empezábamos con el berrinche diario, siempre encontraba algún que otro pretexto para salirse con la suya.
-Cariño sabes que no es eso – Comencé, acariciándole el cabello – Sabes que él me necesita en estos momentos tan difíciles y… - Lloró aun con más fuerza – Esta bien, pero solo una vez, que nos conocemos.

Lindsey detuvo su llanto fingido, se abalanzó sobre mí y comenzó a desnudarme con fiereza. Suspiré y la imité, aquello no conllevó un gran esfuerzo por mi parte, ya que la prenda de ropa que llevaba no tenía muchas complicaciones.

[…]

Ya en el coche, coloqué en la disquetera el último CD de My Chemical Romance, y acompañado por la canción “Na na na”, me dirigí rápidamente a la casa de Reggie. Al llegar, aporreé la puerta con fuerza, y me abrió el propio Reggie, que sonreía con satisfacción.
-¡Oh! Pero si es el mismísimo Gerard Way, pasa, pasa, estás en tu casa.
Entré y escruté la habitación en busca de Frank, no estaba allí.
-¿Dónde está, Reggie?
-¿Te refieres a Frankie?, está descansando en el dormitorio, hemos tenido una tarde muy ajetreada – Su sonrisa se pronunció aún más al ver mi expresión.
-No juegues conmigo – Le advertí – Ni que se te pase por la cabeza hacerle nada a Frank si no quieres salir mal parado – le amenacé, agarrándole por el cuello de la camisa.
-¿Tenemos visita?
Me giré y vi a Frank, vestido con un delantal rosa lleno de pomposos volantes sobre su ropa casual, al verme, enrojeció hasta las orejas y miró sus manos entrelazadas.
-Vaya Frankie, mira quien ha venido.
Frank me miró y le lanzó a Reggie una mirada de súplica, pero antes de que este pudiera decir nada, le solté y me dirigí hacia Frank.
-¿Por qué demonios has decidido venir con él? – Pregunté con irritación.
-Tu… ¿tú qué crees? – Tartamudeó Frank.
-Pues para que lo sepas, aquello no era nada nuevo para ti – Estaba empezando a sacarme de quicio – La verdad, lo hemos hecho mil veces antes, incluso hemos llegado más lejos que eso.
-Pero… - Comenzó Frank con asombro – pero tú me dijiste… aquella mujer era mi…
-¡Amantes Frank, somos a-m-a-n-t-e-s! – No podía controlar la voz, estaba empezando a gritar.
-Gerard, cállate, ¿vale? – Reggie, el cual no había intervenido en toda la conversación, habló entonces.
En toda respuesta, le propiné un puñetazo en el rostro, haciéndole sangrar por la nariz, Frank se abalanzó sobre mí e intentó detenerme, al sentir su cuerpo contra el mío, volví a la realidad, le agarré de los hombros y lo volteé hacia mí.
-Volvamos a casa Frank.
-¡No! – Frank intentó soltarse.
Le callé con un beso, no obstante Frank me apartó de un empujón.
-¡Vete! – Gritó – ¡No quiero verte nunca más, me da igual lo que digas, no creo que me haya podido enamorar de alguien como tú!
Aquello fue la gota que colmó el vaso, dolido, salí de aquella casa y puse rumbo a mi hogar, decidido a olvidar a Frank… para siempre.

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White Rose & Revenge

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